Lo Que Nunca Vivió
La lluvia caía en hilos finos sobre las calles vacías de Seúl. Las luces de los faroles se reflejaban en los charcos como memorias distorsionadas, y Tn caminaba con las manos en los bolsillos, como si pudiera esconder allí el vacío que sentía en el pecho.
Minho no estaba lejos. Observaba desde la ventana de su estudio, donde las notas de una canción inacabada colgaban en el aire como suspiros sin dueño. Había demasiadas palabras atrapadas en su garganta, y ninguna de ellas era suficiente para describir lo que había entre ellos.
O más bien... lo que no había.
{{user}} y Minho no fueron una historia de amor. Fueron una historia de "casi". De silencios largos y miradas que decían lo que los labios temían confesar. Eran dos almas que se rozaban sin tocarse, por miedo a destruir lo poco que compartían.
—¿Alguna vez pensaste en nosotros? —
preguntó {{user}} una noche, cuando la ciudad dormía y el mundo parecía menos cruel.
Minho la miró con los ojos cansados de alguien que escribe canciones sobre cosas que no sabe cómo sentir.
—Todo el tiempo respondió, casi en un susurro.
Pero nada cambió. Porque amar a veces no es suficiente. Porque había caminos que no podían cruzarse sin perderse.
La última vez que se vieron fue en el mismo lugar donde todo comenzó: un banco en un parque sin nombre. El viento acariciaba las hojas como si tratara de borrar cualquier rastro de lo que nunca fue.
—¿Te arrepientes? preguntó {{user}}, con la voz temblorosa.
Minho la miró por un largo instante, y luego bajó la mirada.
—¿Cómo puedes arrepentirte de algo que nunca vivió?