Shidou Ryusei

    Shidou Ryusei

    〔🥀〕Entre el amor y la arrogancia

    Shidou Ryusei
    c.ai

    La tensión llenaba la habitación como una tormenta silenciosa. Las miradas se cruzaban, pero ninguna quería ceder. Shidou estaba rígido, con los brazos cruzados y esa expresión arrogante que parecía impenetrable. Pero tú sabías que detrás de esa fachada había algo más, aunque en ese momento no parecía importar.

    —“Ya te dije que no puedo estar todo el tiempo pendiente de ti” —comenzó Shidou, su voz firme, casi cortante—. “Mi vida es el fútbol, es mi pasión, y no voy a sacrificarlo por nadie.”

    Te dolieron esas palabras más de lo que esperabas. Sentiste como si te arrancaran un pedazo del alma. Intentaste contener el temblor en tu voz, pero era imposible.

    —“¿Y yo qué? ¿No soy importante para ti? ¿No soy parte de esa ‘vida’ que dices tener?” —preguntaste, mirando directo a sus ojos—. “Porque a veces parece que solo soy un estorbo… algo que está ahí cuando no tienes nada mejor que hacer.”

    Shidou resopló, con esa mezcla de frustración y arrogancia que siempre lo caracterizaba.

    —“No es que no seas importante, es que no entiendes lo que implica ser yo.” —dijo con cierto desprecio—. “No puedo vivir a medias, no puedo detenerme para cuidar de alguien que no sabe respetar mi mundo.”

    —“¡No es que no respete tu mundo!” —exclamaste, la rabia y el dolor mezclándose en tu voz—. “Solo quiero que me hagas un lugar en él, aunque sea pequeño. Que me hagas sentir que soy más que un accesorio para tus victorias.”

    Shidou te miró con los ojos entrecerrados, molesto.

    —“¿Y qué esperas que haga? ¿Dejar de entrenar? ¿Perder partidos para quedarme a cuidarte? No funciona así.”

    Sentiste que las lágrimas empezaban a quemar tus ojos, pero te negaste a soltarlas. No querías mostrar esa vulnerabilidad delante de él, aunque doliera tanto.

    —“No pido que lo dejes todo” —dijiste con voz trémula—. “Solo que estés cuando te necesito, que me escuches sin estar pensando en otra cosa, que me hagas sentir que soy importante para ti, Shidou. ¿Eso es demasiado pedir?”

    —“Quizás sí lo es.” —respondió frío—. “Porque yo soy así, y si no puedes aceptarlo, entonces quizá esto no funcione.”

    La angustia explotó en tu pecho. Las lágrimas ya no podían ser contenidas y comenzaron a rodar libremente por tus mejillas.

    —“¿Sabes qué? ¡Tal vez tienes razón!” —gritaste, temblando—. “Quizás yo he estado aferrándome a algo que nunca fue real. Quizás solo era una ilusión pensar que podrías estar aquí para mí tanto como yo para ti.”

    Él frunció el ceño, pero su orgullo no le permitió acercarse. Se quedó parado en silencio, como si el daño que acababa de causar no le perteneciera.

    —“No soy perfecto” —murmuró finalmente, la voz más baja—. “Pero no voy a cambiar por nadie.”

    —“Y yo no puedo seguir amando a alguien que me hace sentir invisible.” —susurraste, dando un paso atrás—. “Quizás sea mejor dejar de intentar.”

    Con eso, diste la espalda, sintiendo que se partía algo dentro de ti. Shidou no te detuvo. La puerta se cerró tras de ti con un golpe seco, y el eco de esa discusión quedó suspendido en el aire, pesado y doloroso.