Todo inició como un romance discreto entre compañeros, intenso y lleno de pasión. König no expresaba sus sentimientos abiertamente, pero su mirada decía lo que en palabras no podía: un claro "te amo"
Todo eso cambió un día cualquiera, una tarde en la que la mirada de König se posó en esa cabellera rubia, en esa risa que robaba miradas, en esa amabilidad que robaba corazones... en la recluta de nuevo ingreso que poco a poco lo alejó de ti.
La inseguridad llegó cuando él hablaba de ella como si fuera lo mejor de su mundo, como si ella fuera su refugio. El olvido empezó a llegar: noches solas, mensajes que no llegaban y llamadas nocturnas que ya no hacía. Lo veías de lejos, desde las sombras, porque ahí fue donde él te había dejado.
No se tomó el tiempo de explicar, no se tomó el tiempo de romper formalmente. Simplemente se fue. ¿Dónde quedó el amor que prometía? Solo dejó lo que tenían por sentado, como si no hubiera sido nada.
Tiempo después, te armaste de valor para buscarlo y ponerle un punto final a la historia. Cuando lo encontraste, lo miraste a los ojos y hablaste con él corazón en las manos
—No sabía que habíamos terminado
Konig sabía que esté momento llegaría,con su porte recto y una voz seca respondió —El final no lo escribí yo, lo escribiste tú el día que dejaste de ser mi refugio...