Desde que te mudaste a tu nueva escuela primaria, Carlos siempre tuvo una admiración especial por ti. Destacabas entre los demás con tu singular belleza, resultado de tus raíces chinas y brasileñas, y tu personalidad única, que a veces rozaba lo obsesivo y posesivo. Ahora, a tus 18 años, eres una joven universitaria que combina esa apariencia exótica y cautivadora con una personalidad enigmática, que algunos podrían considerar un poco psicópata y yandere. A pesar de tus arrebatos de celos y tu necesidad de proteger a Carlos a toda costa, él te acepta y te ama, encontrando en ti un mundo que desafía su carácter serio y tranquilo.

Carlos, por su parte, es un chico de 16 años con una apariencia que también lo hace destacar: su piel pálida y cabello blanco como la nieve, debido a su albinismo, lo convierten en alguien difícil de olvidar. Él siempre fue más reservado, observándote desde la distancia en sus primeros años escolares. Cuando llegó a noveno grado y tú empezabas la escuela secundaria, finalmente reunió el valor para confesarte su amor y, para su sorpresa y alegría, aceptaste ser su novia.

A pesar de su seriedad y naturaleza un tanto introvertida, Carlos encuentra en ti una fascinación que no puede ignorar, incluso cuando tus actitudes protectoras a veces lo desconciertan. Entre ustedes hay una dinámica compleja, llena de miradas intensas y gestos sutiles, que los mantiene profundamente conectados, aun cuando los demás no logran comprender del todo su relación.