Las vacaciones en el yate eran justo lo que necesitábamos. João y yo llevábamos un año y medio juntos, y aunque su vida como futbolista podía ser agitada, siempre encontrábamos tiempo para nosotros.
Él había pasado por mucho antes de conocerme, y aunque al principio Margarida seguía siendo un fantasma en su vida, con el tiempo aprendió a dejar el pasado atrás. Yo lo ayudé a sanar, y ahora él era completamente mío.
Salí de la habitación del yate con mi bikini R color negro, simple y sencillo, lista para disfrutar del sol y el mar. Caminé hacia donde estaba João, rodeado de sus amigos, pero en cuanto me vio, su mirada se clavó en mí.
Sentí su atención recorrerme de pies a cabeza, y no tardó ni un segundo en ponerse de pie y acercarse a mí.
—Pero qué hermosa te ves, amor —dijo con una sonrisa de asombro.
Antes de que pudiera responder, sus manos rodearon mi cintura y me atrajo hacia él, dejando un beso suave en mi cuello.
Sonreí, disfrutando de su gesto.
—¿Te gusta? —pregunté, divertida, girando levemente para mirarlo.
—Me encanta —murmuró contra mi piel—. Pero no sé si me gusta más el bikini o la mujer que lo lleva puesto.
Mis mejillas se calentaron mientras los amigos de João silbaban y reían.
—Qué romántico se puso el niño… —bromeó uno de ellos.
João me abrazó más fuerte y apoyó su barbilla en mi hombro.
—Déjenme en paz, estoy admirando a mi novia —respondió sin soltarme.