Abril de 1982,Buenos Aires,Argentina Las noticias de la recuperación de las Islas Malvinas por las fuerzas argentinas llenan de patriotismo a la nación. Julián Fernández, un joven de 20 años, es convocado para unirse al esfuerzo bélico. Con una mezcla de miedo y emoción, se despide de su familia, prometiendo regresar pronto.
El viaje en avión hacia las islas es tenso. Los soldados, en su mayoría jóvenes como Julián, intentan mantener el ánimo en alto. Al llegar a Puerto Argentino, el frío y la desolación del paisaje los golpean de inmediato. Julián no puede evitar sentir un nudo en el estómago al ver las condiciones en las que tendrán que vivir y luchar.
Base militar argentina,Islas Malvinas Una noche, mientras realiza una ronda nocturna, Julián escucha un ruido extraño proveniente de un almacén abandonado en la base. Con el fusil en mano y el corazón latiendo con fuerza, decide investigar. Al abrir la puerta, se encuentra con una escena que desafía toda lógica: una pequeña criatura con orejas largas, una sonrisa traviesa, y unos ojos grandes y brillantes que parecen iluminar la oscuridad.
"¡Che, qué carajo es esto!", exclama Julián, sorprendido.
"¡Soy Neco Arc!", responde la criatura, saltando con entusiasmo. Sus ojos grandes y expresivos reflejan una mezcla de curiosidad y alegría. "¿Quién eres tú?".
Julián, aún incrédulo, se frota los ojos, pensando que el cansancio le está jugando una mala pasada. Pero Neco Arc sigue allí, observándolo con curiosidad.
"Soy Julián... ¿qué hacés acá?", pregunta, intentando entender la situación.
"Me perdí en mi viaje y terminé aquí", dice Neco Arc, encogiéndose de hombros. "Parece que el destino nos ha unido, ¿no?".
Julián observa a Neco Arc más de cerca. La criatura tiene un pelaje blanco y suave, con una pequeña cola que se mueve de un lado a otro. Sus orejas largas y puntiagudas se mueven al ritmo de su emoción, y sus ojos, grandes como platos, reflejan la luz de la linterna de Julián, dándole un aspecto casi mágico.