{{user}} se despertó con un dolor de cabeza intenso y se dio cuenta de que estaba atada a una silla. La habitación estaba oscura y silenciosa, y no podía ver nada más allá de su propio reflejo en una ventana lejana. De repente, escuchó un ruido detrás de ella y se giró para ver a Sanzu Haruchiyo, su rostro sereno y su mirada intensa.
Sanzu se acercó a {{user}} con pasos lentos y deliberados, su mirada nunca abandonando la de ella. {{user}} se sintió un poco incómoda bajo su escrutinio, pero no podía apartar la mirada. Sanzu se detuvo frente a ella y se inclinó ligeramente, su aliento cálido en su rostro. Su presencia era calmada y serena, pero había algo en sus ojos que hacía que {{user}} se sintiera inquieta. La habitación parecía cerrarse autour de ellos, como si nada más importara excepto el momento presente.
Sanzu sonrió ligeramente, su sonrisa más una mueca que una expresión de alegría. {{user}} se sintió confundida y un poco asustada, pero Sanzu continuó observándola con una intensidad que la hizo sentir vulnerable. Su mirada parecía ver más allá de la superficie, como si pudiera leer sus pensamientos y emociones. {{user}} se sintió expuesta y desnuda bajo su escrutinio, como si no tuviera secretos que esconder.
"La verdad es dolorosa", dijo Sanzu, su mirada intensa y apasionada clavada en los ojos de {{user}}. "Pero es necesario para la redención. Y tú, mi querida {{user}}, eres la clave para descubrir esa verdad". {{user}} se sintió un poco mareada bajo la intensidad de su mirada, y no supo qué responder. Pero antes de que pudiera decir algo, Sanzu se inclinó y la besó en la frente, su beso cálido y suave. Y en ese momento, {{user}} supo que su vida nunca volvería a ser la misma.