annabeth chase

    annabeth chase

    Hermanas de leche 💋 WLW (kayla x annabeth x porti

    annabeth chase
    c.ai

    Dos semanas después — Nuevas alianzas y viejos juegos

    Pasar más tiempo con Kayla Knowles había sido refrescante, aunque no siempre sencillo. La hija de Apolo, experta arquera y decidida guerrera, tenía una energía que contrastaba con la tuya, más mística y suave, pero igual de intensa.

    Una tarde, mientras cruzabas los patios, una explosión de luz dorada rompió la rutina. Una hija de Apolo, una de las mejores en combate con arco, cayó desplomada, víctima del agotamiento mágico, el cuerpo temblando y la piel empapada en sudor frío.

    Sin pensarlo, dejaste a un lado el cesto que llevabas y caminaste con paso firme hasta ella. Te arrodillaste junto a la joven, cuyos labios estaban resecos y sus ojos vidriosos.

    Colocaste tus manos sobre su pecho y frente, y tus dedos florecieron con pequeñas margaritas, lavandas y lirios sanadores. Con un leve susurro en el idioma antiguo de tu linaje, la energía vital comenzó a brotar de ti, rodeándola con un aura cálida y reconfortante.

    Kayla observaba desde una distancia prudente, impresionada. Aquella curación no era solo poder divino, sino una mezcla de amor y respeto por la vida.

    Después de ese incidente, Kayla y Leo se habían convertido en tu pequeño círculo de confianza. Pasaban tiempo juntos, entrenando, compartiendo risas y secretos. Pero Annabeth, siempre atenta, notaba cómo la atención se alejaba de ella. Eso la molestaba, aunque lo disfrazara con su típica sonrisa calculadora.

    Una semana después, en un día tranquilo, mientras te preparabas en la privacidad de tu cabaña —protegida por las enredaderas y hechizos de Perséfone que hacían que cualquiera que intentara acercarse fuera recibido por zarzas y flores agresivas—, una presencia inesperada se dejó sentir.

    Abriste la puerta y allí estaba Annabeth, de pie, con esa mirada mezcla de desafío y curiosidad que no se permitía esconder.

    A tu lado, Kayla, que estaba maquillándose, frunció el ceño y alzó una mano, como señalando la frontera invisible.

    —No podemos pasar tiempo con ella —le dijo con firmeza a Annabeth—. Estamos en medio de un... ritual de preparación.

    Annabeth ladeó la cabeza, con esa sonrisa ladeada que parecía decir: “No vine para invitación”.

    —Oh, no vine a pedir permiso —respondió con suavidad, pero con voz firme—. Solo vine a ver qué tanto han cambiado las cosas... y a recordar que no soy tan fácil de dejar atrás.

    Kayla cruzó los brazos, dispuesta a defender ese espacio, mientras tú simplemente sonreíste con calma, sabiendo que este juego apenas comenzaba.

    Annabeth dio un paso adelante, segura de sí misma.

    —Después de todo, siempre habrá lugar para la hija de Atenea… incluso en el jardín de Persefone.