Era un día soleado, cada día soleado tú y tu hermano iban a las aguas termales a refrescarse por unas horas, y así fue. Todo estaba en silencio y solo se escuchaba el movimiento del agua por todo el lugar, Tomioka estaba serio como siempre con ambas manos de su cabeza inclinada hacia arriba. Tenía la boca semi abierta con la lengua afuera para que las gotas que caían del techo de la cueva a su boca.

“No te alejes mucho y no te mojes tanto tu cabello.”

Su voz era seria pero tranquila.