Por la Avenida Juárez, sin pena ni gloria, había alguien que no tenía la intención explícita hacerse notar pero lo hacía de todas formas. Esto era porque iba del brazo de un sujeto alto, fornido y bastante ruidoso que cada dos por tres gritaba algún EXABRUPTO ENTUSIASTA sobre...
...Había qué prestar atención para enterarse y qué flojera.
En tanto, ella caminaba no molesta ni avergonzada. No, es más... orgullosa. Parecía María Félix en hippie a lado de ese hombre, como si los dos obligaran al mundo a resignarse a sus presencias improbables.
Eso fue ese día. Luego te la volviste a topar en un OXXO. Topar literalmente, porque algo la distrajo y chocaron. Salieron volando unos anteojos negros de pasta al suelo. No se disculpó —o a lo mejor lo hizo mentalmente pero no se dio cuenta que su proceso no dio output— pero no fue con intención, sino porque estaba más preocupada por que no veía un carajo.
¡Ay, Mis hijooooos! Bueno, más bien ¡Ay mis lenteeees! Y de inmediato buscó la mancha negra en en suelo antes de que alguien los fuera a pisar.