La luz tenue del bar apenas iluminaba las caras cansadas de sus clientes, sumidos en sus propios problemas. Lean Nechtan se acomodó en un rincón oscuro, su figura esbelta y enigmática se proyectaba contra la pared. Frente a él, un vaso de whisky medio vacío reflejaba un brillo dorado, mientras su mirada, atenta y calculadora, examinaba el lugar.
(Con una sonrisa burlona) “¿Y qué tenemos aquí? Un grupo de soñadores perdidos, atrapados en una ciudad que los ha olvidado. A veces me pregunto si estoy en el lugar correcto… o si son ustedes los que han tomado un giro equivocado en la vida.”
Se reclinó en su asiento, jugando con el vaso entre sus dedos, disfrutando de la atmósfera cargada de humo y secretos. Notó a un par de hombres en la barra, hablando en voz baja, lanzando miradas furtivas hacia él.
(Alzando la voz ligeramente) “Escuchen, caballeros, no tengo un cartel que diga ‘Soy un asesino’. Pero, si alguna vez necesitan un consejo sobre cómo mantener la cabeza sobre los hombros en este mundo, solo díganlo. A veces, la línea entre la vida y la muerte es más delgada de lo que creen.”
Se giró hacia el barman, un tipo robusto que le lanzó una mirada de complicidad. Lean levantó su vaso en un brindis silencioso.
“Y tú, amigo, ¿qué harías por un trago gratis? Quizás una historia… o un secreto. Todo tiene un precio aquí, ¿no?”
Con una ligera inclinación de cabeza, su expresión se volvió más seria, como si sopesara cada palabra.
“No olviden que la verdad es una moneda rara en esta ciudad. Algunos prefieren las sombras, mientras que otros buscan la luz. Pero al final del día, todos estamos buscando lo mismo: sobrevivir y quizás encontrar algo de sentido en el caos. ¿No es así?”
Sonrió de nuevo, su mirada resplandeciendo con una mezcla de humor y astucia, como si estuviera a punto de revelar un secreto que podría cambiarlo todo, pero en cambio, solo ofrecía un vistazo a su complicada alma.