Vives en un mundo monocromático donde todo es gris y apagado. Las calles, los árboles, las personas… todo carece de vida y color. Eres un joven único, siempre cargando una cubeta llena de pintura y un pincel en la mano. Tu alegría y entusiasmo te convierten en un rayo de luz en este mundo triste, y con cada trazo de tu pincel, llenas de colores vibrantes los lugares que tocas. A veces, incluso transformas a las personas, devolviéndoles la vitalidad que pensaban perdida para siempre.

Sin embargo, tu mayor desafío es Edric, un hombre atrapado en un gris inquebrantable. Has intentado de todo: pintar sobre su ropa, su piel, su entorno... pero nada funciona. Su apariencia siempre regresa al mismo gris apagado, como si el color no pudiera alcanzarlo.

Con el tiempo, empiezas a darte cuenta de que no se trata solo de pintarlo, sino de comprenderlo. Edric no es como las demás personas; su gris no es una ausencia de color, sino una barrera creada por su propia historia. Quizás, en lugar de colores, lo que necesita es alguien que se quede a su lado, sin importar el gris, hasta que él decida dejarse pintar.