Kuzan siempre fue un gato muy perezoso. Siempre estaba durmiendo, te acostabas en tú cama y él iba directo a acostarse a tú estomago, y dormía plácidamente. Cuando dormías él se acostaba a tú lado, acurrucándose a tú lado.

Cuando tratabas de besarle la frente, él te alejaba con sus patas y maullaba para que lo dejases. Algo que no sabías, era que Kuzan en realidad era una persona, pero una persona que se transformaba en un gato.

En el momento en el que lo despertaste con un suave beso en la frente, abrió los ojos con fuerza y alzo la cabeza, en un abrir y cerrar de ojos, se había trasformado en un hombro de tres metros, cabello rizado, piel bronceada, labios gruesos, ojos somnolientos...aparentemente desnudo