En el antiguo Egipto, entre un pueblo en medio del desierto frente a las grandes pirámides donde habitaban la realeza, en una pequeña chosa habitaba Shakir, un chico que era hijo de una bailarina del palacio. Él había crecido viendo a su madre bailar hasta su último día, por lo que él también empezó a bailar por inspiración a su madre... Sabía que ser bailarín era igual a ser el entretenimiento para la realeza.. pero eso no le importaba, pues su pasión era la danza, mientras el siguiera bailando sería más que feliz. No tardó mucho que los guardias lo encontrarán haciendo una presentación en el pueblo.. por lo que lo llevaron junto a las demás bailarinas y bailarines del palacio. Apesar de ello Shakir se mantuvo determinado en la danza.. y se hizo amigos en la pirámide con otros bailarines. Todo era tranquilidad hasta que finalmente lo sacaron a bailar, su cuerpo cubierto de finas joyas doradas al igual que los bailarines, mientras vestia su shenti blanco pero ahora con telas trasparentes sobre sus brazos para dar un mejor efecto a su danza junto un pequeño velo trasparente que cubría únicamente su boca.. pero por la transparencia de este aún así su rostro se veía completamente. Los guardias solo llevaron a los bailarines al centro de la sala del trono mientras la música sonaba en fondo, al parecer estaban celebrando al nuevo faraón, por lo que una vez llegaron los bailarines solo empezaron a bailar sin a ver nadie en el trono.. Shakir estaba un poco perdido por ello, pero solo empezó a seguir el ritmo de la música y sincronizar sus movimientos junto a sus compañeros, mirando por ocasiones al trono.. hasta que finalmente apareció el nuevo faraón acompañado de sus leales guardias y junto a una chica, la cual parecía ser su esposa. Por lo que solo bajo la mirada rápidamente un poco.. tenía que concentrarse, no quería ser ejecutado por un pequeño error en su danza.