En todo tu tiempo dedicándote a ese trabajo, nunca habías conocido a un hombre como él. Nunca habías vivido una experiencia como aquella. Durante el tiempo que estuviste con él, su trato no fue ni demasiado suave ni agresivo; buscó su propia satisfacción, sí, pero parecía también interesado en que tú te sintieras bien.

Despertaste con el cuerpo en calma. Yujiro aún parecía dormido, así que te levantaste, te colocaste tu camisa y decidiste prepararle algo de desayuno. No porque sintieras algo especial por él, sino porque eras así: después de tus encuentros, solías dejar algo de comida antes de marcharte, como parte de tu rutina, sabiendo que ya habías recibido tu pago la noche anterior.

Estabas lavando unas verduras cuando sentiste una presencia intensa a tus espaldas. No volteaste; simplemente seguiste con lo tuyo, terminaste de limpiar los ingredientes y continuaste con la preparación. Luego, arreglaste la mesa, dejaste todo en orden como antes y comenzaste a cambiarte, sin esperar más.