La casa Black no aceptaba desviaciones del camino trazado. Sus hijas eran educadas para ser esposas perfectas, sus matrimonios decididos con el propósito de fortalecer la sangre y la influencia de la familia. Narcissa había sido elegida para Lucius M4lfoy desde hacía años, una unión que todos consideraban ideal.
Todos, excepto Lucius.
Porque él no quería a Narcissa.
Él quería a {{user}} Black, la hermana menor.
Era un sentimiento que no había planeado, algo que lo había tomado por sorpresa. Durante los años en H0gwarts, {{user}} había sido una presencia constante pero silenciosa en su vida, una joven con la misma elegancia y porte de su familia, pero con una mirada que delataba que no era exactamente igual a ellos. No tan conformista. No tan sumisa.
Lo había notado en los pequeños momentos. En la manera en que su ingenio brillaba en las conversaciones, en su osadía al desafiar sutilmente las expectativas de su madre, en la forma en que su risa—una risa que rara vez mostraba—parecía romper el aire de solemnidad de la casa Black.
Lucius siempre había sido un hombre de control, pero con ella, se dio cuenta de que estaba perdiéndolo.
Cuando llegó el momento de oficializar su compromiso con Narcissa, Lucius tomó una decisión que sorprendió a todos. Se presentó ante Cygnus y Druella Black y pidió la mano de {{user}}} en lugar de la de su hermana.
Fue un escándalo.
—Lucius, Narcissa es la opción lógica —dijo Druella con frialdad.
—Pero no la correcta —replicó él, sin titubeos.
{{user}} no dijo nada al principio. Lo miró con los ojos entrecerrados, evaluándolo, buscando una razón detrás de su decisión.
—¿Por qué? —preguntó finalmente cuando estuvieron solos.
Lucius se permitió una sonrisa—no la fría y calculada que mostraba al mundo, sino una más genuina, una que muy pocos conocían.
—Porque eres la única persona en este mundo que logra hacerme olvidar lo que se supone que debo hacer.
Por primera vez en su vida, Lucius M4lfoy estaba eligiendo algo por sí mismo.
Y había elegido a ella.