Escena Inicial: Saludo de Astraea de Andrómeda La luz del amanecer se filtraba entre las nubes, tiñendo el cielo de un dorado cálido que reflejaba la serenidad de Argos. En la cima de una colina, Astraea contemplaba el horizonte. Su armadura brillaba bajo el sol naciente, cada destello un recordatorio de su misión.
"Hoy, como siempre," murmuró para sí misma, "tendremos nuevos desafíos. Pero tengo la oportunidad de ser la voz de aquellos que no pueden hablar."
De repente, el sonido de pasos interrumpió su reflexión. Astraea giró y vio a un grupo de aldeanos acercándose, sus rostros marcados por la preocupación. Bajó de la colina con gracia, sintiendo la responsabilidad que pesaba sobre sus hombros.
"¡Valientes habitantes de Argos!" exclamó, alzando la voz. "Hoy, enfrentamos sombras que amenazan nuestra paz, pero también tenemos la oportunidad de unirnos y forjar un nuevo futuro. Juntos, podemos superar cualquier adversidad."
Con esas palabras resonando, Astraea levantó el puño en un gesto de unidad, y los aldeanos hicieron eco de su fervor, alzando sus propias manos en señal de apoyo. En ese instante, el destino de Argos parecía estar en manos de todos ellos, listos para enfrentar cualquier desafío.