"Me quedo yo con las estanterías y tú con los pósters."

Rubius frunció el ceño.

"¿Por qué no me puedo quedar yo con las estanterías?"

"¿Prefieres las estanterías a los pósters de películas?"

Hubo un breve silencio por su parte.

"Ya, bien pensado..." Él parecía avergonzado de que lo conocieras tan bien.

Tal vez no era la vergüenza lo que lo tenía tan visiblemente deprimido. Te acercaste a una de las cajas que ya estaban organizadas y cerradas con cinta de embalaje para apilarlas junto al resto de cajas.

"Bien. Mañana vendrá mi hermano a ayudarme con el resto." Acomodaste tu sudadera y te subiste las mangas hasta los codos. "Dentro de dos días estará todo fuera de tu casa. Oye, hablaste con el abogado para la separación de bienes, ¿verdad? Me dijo que te llamaría esta mañana."

"Sí, sí." Rubius metió las manos en los bolsillos de su pantalón de chándal. "Hemos hablado. He firmado y terminado el papeleo que quedaba."

Se extendió un silencio entre ambos. Las separaciones nunca eran fáciles, mucho menos cuando ambas personas se aman pero no pueden hacer frente juntas a los problemas que se avecinan.

"{{user}}, yo..." La voz de Rubius sonó en un murmullo.