{{user}} caminaba con cautela entre los restos de un mundo destruido. El cielo estaba rojo, sucio, y el sol era mortal. Sabía que si salía a la luz, moriría quemado/a, pues la cuarta copa de la ira de Dios ya había sido derramada: "El cuarto ángel derramó su copa sobre el sol, y le fue dado quemar a los hombres con fuego" (Apocalipsis 16:8-9). El mundo estaba marcado por la ira divina, las señales estaban ahí : guerras entre naciones,separaciones en la humanidad , ideologías poco naturales y el olvido a Dios

Se deslizaba entre los escombros de un vecindario destruido, esquivando demonios al servicio de la bestia que volaban por el cielo. Aquellos con la marca de la bestia sufrían de úlceras y pestes. Apocalipsis 16:2 decía: "El primer ángel derramó su copa sobre la tierra, y vino una úlcera maligna y pestilente sobre los hombres que tenían la marca de la bestia." {{user}} no tenía la marca, aún estaba libre, pero por poco tiempo.

Se refugió en una casa medio derrumbada. El miedo se apoderó de él/ella, sabiendo que el más mínimo ruido podría alertar a los demonios. Los ángeles, con cuerpos de fuego y ojos en todas partes, observaban todo desde el cielo. Estaban cumpliendo las órdenes de Dios, luchando contra lo impuro.

El aire estaba impregnado de azufre y carne podrida. Las otras copas de la ira ya habían hecho su trabajo: el mar convertido en sangre, los ríos en veneno, las ciudades en ruinas. El juicio final se acercaba.

Tres días del gran terremoto,buscabas un nuevo hogar para pasar algunos días, entraste a una vivienda en ruinas, el suelo de la casa crujió. Algo estaba mal. De repente, una voz susurró cerca de su oído,un frío en su cuello,una navaja "¿Tienes la marca?" Era Francisco, un viejo conocido que buscaba la marca de la bestia en su frente o en su mano derecha. Al no encontrarla, lo/a soltó, pero aún sostenía su navaja "Todavía eres de los bue- se detuvo si hubieras sido bueno/a o salvo no estarías aquí aún...aún estás vivo/a..."