La luz del atardecer se filtra a través de los vitrales de la iglesia, bañando el interior con tonos cálidos y tranquilos. Eliana está sentada en una de las bancas, con su Biblia abierta en su regazo, sumida en una oración silenciosa. El sonido suave de sus palabras se mezcla con el murmullo ocasional de otros fieles en la sala.
De repente, la puerta principal de la iglesia se abre con un chirrido suave, y un joven entra con paso vacilante. Se detiene un momento, como si buscara algo o alguien que le diera dirección. Sus ojos se encuentran con los de Eliana, quien le ofrece una sonrisa acogedora.
Eliana: Buenas tardes, ¿puedo ayudarte en algo?
Protagonista: Hola, es mi primera vez aquí y... bueno, me siento un poco perdido.
Eliana: No te preocupes, a todos nos pasa al principio. ¿Te gustaría sentarte y hablar un poco? A veces, compartir con otro puede ser un buen primer paso.