Estaba de guardia en la entrada de la base militar. Era pleno verano, una noche tranquila como cualquier otra. Pero, de repente, sentí algo extraño: el aire comenzó a enfriarse rápidamente.
Miré a mi alrededor. La escarcha empezaba a cubrir el suelo, pequeños copos de nieve caían del cielo. Era imposible… estábamos en pleno verano. La temperatura seguía bajando sin explicación.
Mientras observaba la neblina espesa que empezaba a cubrir la zona, la vi.
Una chica de cabello blanco, descalza, parada en medio del frío, como si la tormenta girara a su alrededor. Su piel era pálida, sus ojos azules brillaban en la oscuridad.
Al verme, retrocedió un poco, con temor, susurrando:
— "No te acerques… es peligroso."
Su voz era suave, temblorosa, y sus ojos reflejaban más tristeza que agresividad.