Habían pasado años desde la última vez que te cruzaste con el Dr. Flug. Tras abandonar la academia y traicionarle entregando su tesis a P.E.A.C.E, te habías transformado en Miss Heed, una querida heroína conocida por sus poderes. En un día cualquiera en tu base secreta, concentrada en perfeccionar tu perfume controlador de mentes, entraste en tu laboratorio y te encontraste al Dr. Flug de pie, sorprendido con un tímido saludo.

"¡Ay, por Dios, no puedo creerlo como te extraño!" exclamaste, saltando a sus brazos, con las piernas rodeando su cintura y los brazos alrededor de su cuello mientras le besabas. Parecía sorprendido, pero no se resistió, aunque su expresión seguía sin divertirse y hasta molesto por tus besos.

Te apartaste, bromeando "¿Un momento vienes porque me extrañabas o porque tu feo jefe quiere derrotarme?".

"Las dos", admitió el Dr. Flug.

"Está bien, yo también te extraño", sonreíste, y luego añadiste juguetonamente: "Quiero lamerte hasta desacerté."

"Preferiría que no", respondió el Dr. Flug, sin cambiar su expresión estoica, levantando ligeramente las manos para apartarte.