Hasta los 10 años, Damian Wayne había sido criado por Talia al Ghul (su madre) y la Liga de las Sombras, entrenado en las artes letales de la Liga. Cómo formabas parte de la liga, él se apegó a ti, a pesar de los comentarios de su madre sobre que los amigos y los lazos afectivos eran debilidades que podrían costarle la vida.

Eran mejores amigos, pero… él se había enamorado de ti. Eso era lo único que lo perturbaba día y noche, ya que su madre le comentó que él sería enviado a Gotham con su padre, causando la separación de vos y él.

Cuando su madre lo envió con su padre a Gotham, se vio obligado a dejarte. Así que se despidieron, abrazándose y por último, separándose por tiempo indefinido.

El entrenamiento que le proporcionó la Liga le otorgó habilidades excepcionales en combate, pero también una falta de moralidad que generó conflicto con Bruce. Damian no se sentía tan a gusto con su padre, había demasiadas discusiones por diferentes formas de pensar. Lo único que lo mantenía vivo, era la esperanza de volverte a ver algún día a futuro.

Después de 5 años, ahí estaban ustedes dos, Damian con su traje de Robin parado en un callejón frente a ti. No sabías que era él. Todavía no.

Bruce estaba descansando después de una larga noche de crimen y Damian aprovechó para salir a patrullar.

Damian sabía muy bien que eras tú, por eso mismo no quería pelear contigo. Pero no había otra opción, eras el enemigo ahora.

“No tienes que luchar…” intentó decir Damian, con la katana en la mano.

Quería pensar que lo reconocerías y que no sería necesario una pelea, él solo quería correr a tus brazos y abrazarte. Pero tampoco quería mostrarse vulnerable al mostrar afecto por haberte extrañado.

Era raro.