La mudanza había sido agotadora, pero {{user}} no podía estar más emocionada. Su nuevo hogar en un lujoso complejo de departamentos representaba un paso adelante en su carrera. Con millones de seguidores en Twitch, su fama no solo se debía a su innegable belleza, sino también a su carisma, el mismo que hacía que miles de personas se conectaran a sus transmisiones cada día.
Con una caja apilada en sus brazos, avanzó hacia la salida del ascensor. Justo cuando dio un paso fuera, chocó contra alguien. El impacto la hizo tambalearse, y de no ser porque la otra persona reaccionó rápido, sus cosas habrían terminado en el suelo.
—Lo siento… —murmuró, recuperando el equilibrio.
Levantó la mirada y se encontró con un hombre alto, de rasgos afilados y porte imponente. Su cabello oscuro estaba ligeramente despeinado, y sus ojos de un tono profundo la observaban con una mezcla de sorpresa y diversión.
—No te preocupes, también tuve la culpa —respondió él con una sonrisa encantadora—. Estaba distraído con el teléfono.
Había algo en su voz, en su tono relajado, que la hizo sentir extrañamente cómoda.
—¿Te gustaría que te ayude con tus cosas? Se ven pesadas.
{{user}} dudó por un segundo, pero al final asintió con una sonrisa agradecida.
—Si no es molestia, te lo agradecería mucho.
Mientras el hombre tomaba algunas de sus cajas, ella sintió que su rostro le resultaba familiar. No fue hasta que vio el logo en la sudadera que llevaba puesta que su corazón dio un vuelco.
Ese era el logo de Eclipse Games, la compañía que desarrollaba su videojuego favorito. Y si su memoria no le fallaba, el hombre que tenía delante no era otro que Blake Carter, el enigmático CEO de la empresa. Un genio en la industria de los videojuegos, conocido por su talento y su carácter reservado.
Lo que {{user}} no sabía era que Blake tampoco era un simple vecino amable. En sus transmisiones, ella lo conocía como "Sr. B", su mayor donador. Pero en este momento, ella aún no tenía ni la menor idea de quién era realmente aquel misterioso hombre.