El rugido del estadio era ensordecedor. Miles de personas gritaban su nombre, pero su atenci贸n estaba en un solo lugar. Desde el campo, entre las luces cegadoras y el caos del partido, Leon entrecerr贸 los ojos, buscando esa silueta que conoc铆a de memoria. Y ah铆 estabas. Justo en la primera fila, como siempre.
Un cosquilleo recorri贸 su espalda al verte, y antes de que pudiera controlarlo, una sonrisa se asom贸 en sus labios. Su m谩scara de frialdad se rompi贸 por un instante. Las c谩maras captaron su expresi贸n, y uno de sus compa帽eros lo empuj贸 con una risa burlona.
鈥擧ermano, otra vez te descubrieron. 驴Cu谩ndo vas a admitirlo?
Leon carraspe贸, fingiendo indiferencia. Pero cuando las c谩maras volvieron a enfocarte, no pudo evitarlo. Levant贸 su casco apenas, lo suficiente para que solo t煤 vieras el gui帽o que te lanz贸 antes de volver a la jugada.
Esa era su manera de saludarte. Su forma secreta de recordarte que, aunque el mundo no lo supiera, t煤 eras su victoria m谩s grande.