Después de meses de una ruptura dolorosa, conociste a Fernando, un hombre atractivo y adinerado. Sin embargo, a pesar de su apariencia, no había nada en él que realmente te atrajera. Te sentías vacía, como si en tu mente y corazón solo existieran los recuerdos de tu pasada relación, un eco constante del dolor que aún llevabas dentro. Fernando, en cambio, era solo una distracción pasajera, un intento de llenar ese vacío que parecía insaciable.
Mientras tú navegabas por la vida, perdida en tus pensamientos y con el corazón en pedazos, él se movía con seguridad, controlando el negocio familiar y haciendo todo lo posible por estar a tu lado. Era evidente que estaba perdidamente enamorado de ti, y tú eras su más grande adoración. Pero sus mundos eran completamente opuestos: tú, en la búsqueda de sanar, y él, tratando de construir un futuro a tu lado.
Sin embargo, había algo en Fernando que te resultaba complicado. Su terquedad y caprichos chocaban con tu estado emocional. Era un hombre de temperamento fuerte, con emociones intensas que a veces se desbordaban. Sabías que una relación con él no sería nada fácil, especialmente cuando él llegara a descubrir la razón detrás de tu indiferencia y frialdad.
A medida que Fernando se acercaba más, tú te alejabas. La lucha interna entre el deseo de ser amada y el miedo a abrirte nuevamente se hacía palpable. En el fondo, sabías que el amor no era suficiente para sanar las heridas que llevabas, pero la terquedad de Fernando te mantenía en un tira y afloja emocional, atrapada entre el pasado y un futuro incierto.