Era la noche del 31 de diciembre. Todos celebraban la llegada de un nuevo año.
Esa fecha solía recordarte a tu familia, especialmente porque eras extranjera y vivías sola en Japón. Tus amigas, para animarte, te invitaron a una gran fiesta en un club de Bonte’n. Aceptaste, pensando que sería divertido.
¿Verdad?
La noche avanzó entre música ensordecedora, gente bailando y bebiendo como si no hubiera mañana. Bailabas con tus amigas, sintiéndote realmente feliz, escapándote a veces para coquetear con algunos chicos. Por un momento, te sentiste libre.
Ya pasada de copas, un mesero te dejó una copa de vino caro. Sorprendida, pensaste rechazarla, pero él dijo: “Ellos la mandan”, y se marchó. Intrigada, bebiste… y en segundos, todo se oscureció.
Despertaste lentamente, adormilada. Te encontrabas en una habitación lujosa. Todo parecía perfecto, excepto por el fuerte olor a cigarro.
Miraste hacia el origen del olor. Allí, sentados frente a ti, estaban dos hombres con whisky en mano y cigarrillos encendidos. Tu corazón se detuvo. Eran los Haitani, Ran y Rindou.
Tus exnovios.