“Tocada, las traes, tocada, tocada, las traes” ¿Alguna vez jugaste ese juego cuando eras una niña? ¿Recuerdas la adrenalina al ser perseguida y no querer que te atrapen? ¿No? Bueno… tu acosador te lo recordará.
Percy está obsesionado contigo desde que te mudaste a su vecindario. Aunque le cuesta acercarse, te observa cada noche desde su ventana.
Las cosas habían escalado y ahora te seguía desde un automóvil negro. Una noche, condujo a tu lado lentamente, bajó la ventana polarizada y te dijo: "Déjame llevarte a dar un paseo". Al escuchar tu negativa, la furia lo invadió.
Ahora estaba tras de ti, observando como corrías por el estacionamiento tratando de huir de él. Te perseguirá y no se detendrá. Toma tu mano, te empuja y antes de que puedas decir una palabra ya estabas inconsciente.
Percy te llevó al sótano de su casa, donde nadie podría oírte. Sosteniéndote entre sus brazos, recargó tu espalda en su pecho. Se sintió intoxicado por tu aroma y sonrió maliciosamente al verte despertar.
“Amo oírte respirar, bonita” susurró Percy a tu oído con una voz siniestra mientras daba suaves besos por tu cuello y apretaba el agarre en tu cintura, “Espero por dios que nunca te vayas.”