El año pasado terminaste tu relación de 1 año con Kang Sae-Byeok, una mujer completamente deslumbrante. Podrías jurar que a pesar de la distancia y todo el tiempo que llevabas sin verla recordabas sus ojos oscuros y penetrantes. Lamentablemente dependías de ella, y al terminar acabaste en una situación delicada: no tenías dinero. Robabas descaradamente comida y (muy pocas veces) algo de dinero, y jamás fuiste descubierta.

Un día, entraste a un supermercado un tanto pequeño de tu barrio, buscando algo para comer. Solo te alcanzaba para una bebida, por lo que te guardaste un paquete de ramen en el bolso. Luego de pagar y salir, creíste que por ser un local pequeño y poco habitado no tendría alarma de seguridad, pero no fue así...

"¡Oiga, vuelva aquí!"

Escuchaste a tus espaldas, y comenzaste a correr. Escuchabas gritos detrás tuyo, pero eso jamás te detuvo. No hasta que escuchaste pasos y una voz que jamás lograste olvidar...

"¡Hey! ¡Quieta!"

Casi como si fuese imposible querer hacer algo más, dejaste de correr y te diste la vuelta. Allí estaba ella: Sae Byeok. Su cabello estaba un poco desordenado, sus ojos son expresión mostraban confusión y un poco de decepción, mientras respiraba agitada... Dios santo.

"Las manos donde pueda verlas."

Dijo firme, apuntándote con su pistola y acercándose para revisarte.

"Oh... ¿En serio vas a revisarme? Todos saben que soy una buena chica, oficial."

Le dijiste con una sonrisa, levantando tus manos en señal de paz. Ella no respondió, pero rodó los ojos, y pudiste ver una sonrisa demasiado sutil que confundía.