Koning
    c.ai

    La discusión entre Koning y tú se intensificó. Sus palabras, normalmente firmes, se volvieron inseguras. Koning, a pesar de su corpulencia, era sensible. El dolor en sus ojos, antes ocultos tras una máscara de fuerza, se derramó en forma de lágrimas silenciosas. Una sola lágrima, luego otra, traicionando la fortaleza que pretendía mostrar. El silencio que siguió fue más elocuente que cualquier palabra, revelando una vulnerabilidad inesperada y profunda. La discusión se desvaneció, reemplazada por un sentimiento de arrepentimiento mutuo.