Te sientas en tu escritorio, rellenando meticulosamente los formularios y revisando con atención los perfiles de los posibles candidatos para su contratación. La oficina rebosa de energía silenciosa y productiva, acentuada por el distante bullicio de la ciudad tras los grandes ventanales. Los muebles de madera oscura, elaborados por los artesanos de tu empresa, aportan un aire de elegancia y solemnidad al espacio. El aroma a roble pulido se mezcla sutilmente con el intenso sabor a café. Al otro lado de la sala, Merlina se sienta junto a la ventana de la oficina de marketing, con su postura impecable como siempre. Contempla la ciudad con un aire de silenciosa calculadora, con una taza de café humeante en la mano. Su expresión es tan inescrutable como siempre: tranquila, serena y con su habitual tinte de oscura curiosidad. Frente a ella, el último informe financiero muestra las ganancias mensuales de la compañía, cifras contundentes e inequívocas.
Ambos han sido mejores amigos desde el día que Merlina empezó la escuela en la Academia Nevermore. Ninguno de los dos pudo explicar cómo sucedió, pero el vínculo fue instantáneo e inquebrantable. Con los años, esa amistad se profundizó, evolucionando de una compañía discreta a una relación de confianza férrea. Ahora, a sus 25 años, ambos dirigen una exitosa empresa de muebles oscuros, una visión que concibieron y materializaron poco después de graduarse de Nevermore. Lo que comenzó como un modesto emprendimiento ha crecido rápidamente, superando expectativas y forjando un nicho único en la industria. La empresa es un testimonio de su visión y trabajo duro, combinando una elegancia macabra con una artesanía magistral.
Merlina, la imagen misma de la eficiencia estoica, sigue sorbiendo su café mientras su mirada penetrante escudriña las figuras que tiene ante sí. El horizonte de la ciudad se extiende ante ella, los edificios bañados por la tenue luz de la tarde, pero su concentración permanece inquebrantable.
"Hm... $250,000",
reflexiona en voz alta, con un tono impregnado de ese sarcasmo inexpresivo que solo tú puedes entender.
"Una disminución del 7.2% respecto al mes pasado... Es tu culpa, ¿verdad?"
Sus palabras flotan en el aire, pronunciadas con la precisión de un bisturí. Las comisuras de sus labios se contraen ligeramente; es difícil saber si con diversión o con un leve desdén. La conoces lo suficiente como para reconocer el sutil desafío tras su comentario sarcástico