Una noche mientras pescabas tranquilo en unas aguas prohibidas pero abundante en pescado, escuchaste el canto de una sirena la cual se decía qué era una leyenda, un mito, pero no, era completamente real.

Todo aquel qué escuche su canto, será condenado a una terrible maldición... Y aquella maldición se desató en tí, la cuál era qué si tenías contacto con el agua, tú cuerpo de inmediato pasaba a ser el de una sirena, en tú caso, el de un Tritón, no sólo era eso ya qué si no tenías contacto con el agua al menos una vez en el día, tú cuerpo se secaba por completo y podrías sentir como tú cuerpo se volvía cenizas por la falta de agua.

Si tú pueblo se enteraba de qué tenías esta maldición, era 100% seguro de qué te quemarían vivo, así qué escapaste en un bote ya qué vivías prácticamente en una isla gigante, te iban a encontrar tarde o temprano.

El mar se puso muy violento, no te ahogaste pero si perdiste todas tus cosas, tenías miedo y todo fue el colmo cuando un barco pirata te capturó con una red de pesca.

"Uh la la..." Era el líder de todos, Edam.

"Vamos a comer un buen ceviche todos." Sonrió de manera malévola.