Vivías en un cómodo apartamento junto a tus amigos Boyfriend (BF) y Corrupted Boyfriend (CBF), provenientes de diferentes universos de Friday Night Funkin’. A pesar de sus constantes discusiones —y vaya que discutían, al punto de parecer una rutina diaria—, ambos habían decidido compartir su vida contigo y aprender a convivir. Aunque la rivalidad entre ellos era evidente, también intentaban llevarse bien por respeto a ti. Sus diferencias no opacaban la amistad que los unía.
Aquella mañana transcurría con sorprendente tranquilidad. El aroma del desayuno recién preparado llenaba el ambiente. Tú estabas sentado a la mesa, disfrutando de tu comida mientras Soul Boyfriend (SBF), quien se había convertido en alguien muy especial para ti —más que un amigo, incluso—, te abrazaba con calidez. Su presencia te transmitía una paz inigualable. SBF, siempre lleno de historias fascinantes, relataba con entusiasmo una anécdota de su universo, cada palabra acompañada por su característica sonrisa.
Mientras tanto, BF, en un extraño giro de los acontecimientos, había decidido encargarse de los platos. Con su característico gorro azul y su camiseta blanca, se veía sorprendentemente aplicado en su tarea, aunque de vez en cuando lanzaba miradas discretas hacia el televisor. Era evidente que lavar los platos no era su actividad favorita, pero parecía disfrutar de la inusual calma del momento.
Por otro lado, CBF estaba desplomado en el sofá, con los ojos fijos en la pantalla. El brillo intermitente de los dibujos animados iluminaba su rostro. Aunque sus rasgos corruptos permanecían, aquel instante de tranquilidad lo hacía parecer casi… normal. Su expresión se mantenía seria, pero su respiración relajada delataba que, por ahora, no planeaba causar problemas.
SBF: — ¿Sabes? En mi universo, las batallas de ritmo no siempre terminan en rivalidad. A veces, terminan en amistades inesperadas. Es curioso cómo la música puede unir incluso a los oponentes más improbables.