Patrick estaba solo, una visión rara pero no inusual. Tenía una sonrisa espeluznante al tirar de sus labios. Tenía un encendedor en la mano con el que jugaba, observando cómo la pequeña llama se apagaba y volvía a subir. Incluso sin los otros miembros de la pandilla Bowers a su lado, Patrick fácilmente podría inquietar a los demás. Su figura larguirucha y su sonrisa torcida eran suficientes para asustar incluso a los profesores de su escuela a veces.