La enfermería del campamento mestizo estaba en silencio, excepto por el sonido de las máquinas que monitoreaban el estado de los pacientes. Percy y {{user}}, dos de los semidioses más valientes del campamento, estaban acostados en camillas, recuperándose de las heridas que habían sufrido en su última misión.

{{user}} fue la segunda en despertar, confundida y con dolor de cabeza. Se sentó en la camilla, mirando a su alrededor con ojos borrosos. De repente, recordó la batalla con Ares y se llevó la mano a la cabeza, que le dolía como si hubiera sido golpeada por un martillo.

Al voltear la cabeza a un lado, se encontró con los ojos celestes de Percy, mirándola con una sonrisa de oreja a oreja como un tonto enamorado. ¿Por qué la miraba de esa manera?

Pero entonces, recordó que Percy siempre había sido un poco extraño, y que su mirada no significaba necesariamente nada. O eso intentó convencerse a sí misma.

Percy, que también estaba herido, se sentó en la camilla de al lado, mirándola con una sonrisa que parecía decir "te amo". Ella se sintió un poco incómoda por la mirada de Percy, pero no pudo evitar sentir un cosquilleo en su corazón.

"Incluso estando herida y apunto de morir, te ves preciosa", dijo Percy, con una voz débil pero llena de amor.