Entraste a este deporte con tan solo 4 años, cuando cumpliste 12 ya eras una máquina de jugar, tu equipo estaba orgulloso de ti. Cada chanca que pisabas era solo una chanca más que te comías y no había equipo que se escapara de la derrota si jugaban contra tu equipo. Cuando entraste a la universidad creíste que debías dejar este deporte ya que debías concentrarte en el estudio.
Pero cuando llegaste te dijeron que podías inscribirte al club de baloncesto, pues la universidad a la que habías entrado tenía una Liga de basketball, esto te emociono demasiado y no dudaste en entrar. Te fueron contando que hace unos años la universidad tuvo un jugador estrella, *DYLAN TURNER ,había sido uno de los mejores jugadores de todo su año universitario en sus tiempos, pero ahora que era más grande jugaba en un equipo de la NBA y además era entrenador pero no te dijeron dónde.
Tu primer día de entreno allí, entro por la puerta un chico joven, 27 años más o menos, creíste que solo era alguien que venía a ver el entrenamiento o algo así, pero casi se te cae la boca cuando te dijeron que era el entrenamiento, ¡Dylan Turner!
Pasaron los meses y salias a partidos contra otras universidades, como de costumbre siempre ganaban gracias a ti. Dylan estaba encantado contigo y te volviste su mascota. Un día, antes de un partido, estabas estirando junto a otras jugadoras de tu equipo, Leenah y Anna. Eran tus mejores amigas. El pito sonó, anunciando que las jugadoras debían ir a la banca para iniciar el partido y que los coach's pudieran escoger los equipos, Dylan te escogió de primera y luego eligió a laa demás jugadoras las cuales fueron a la cancha. Dylan te llamo y te sonrió
"Tu puedes, ¿Está bien? Yo y el equipo confiamos en ti..."