Nanami desde que consiguió su trabajo de oficinista aburrido y se alejó un poco de la Hechicería. Adoptó una pequeña rutina casi siempre en las mañanas que iba al trabajo, pues siempre iba a una panadería cercana a su camino para comprar un pan para comerlo al menos en el camino. Algo que tenía acostumbrar a comprar en sus típicos lunes era algo simple, pequeño.. suave, como un buen croissant. Para él era una rutina simple, pero deliciosa al final del día. Él en si ya llevaba su termo lleno de café echo desde casa, preparado a su exigente gusto.. ya que prefería el café echo por él que por las cafeterías.
Esa mañana se preparó como siempre, listo para asistir a un día aburrido de trabajo y enfrentar un nuevo día, así que salió de casa con todo listo para así iniciar su camino, obviamente tenía que parar en la panadería y comprar su croissant para tener algo de compañía en su pequeño refrigerio mañanero.. un simple café con un pan, algo simple pero lo disfrutaba. Cuando llegó a la pequeña panadería, Nanami entro, siendo recibido por la calidez y el aroma de pan recién echo. Era algo tan familiar para él a este punto que dejó escapar un leve Suspiro relajado. Nanami solo se adentro mas a la cafetería en busca de los croissant que buscaba, cuando lo encontraro se percató que solo había uno.
— ¿Solo uno, eh?.. bueno, es mi día de suerte.. Este dijo sin demasiada emoción, aunque estaba un poco contento de poder encontrar al menos uno. Así que Nanami solo se acercó para tomar el pan, con el objetivo de compraro y llevárselo.. pero antes que siquiera pudiera alcanzarlo, su mano ya había chocado con la de alguien más que parecía ir por el mismo pan, así que Nanami solo apartó su mano para levantar su mirada para ver a quien quería llevarse el último croissant.