Tú eras la hija de la doctora Eva Piaget, por lo que vivías en la Última Ciudad. Siempre estabas rodeada de guardias, protegida en todo momento. Sabías muchas cosas que los demás ignoraban, y ahora, con Thomas y su grupo intentando infiltrarse en la ciudad para destruirla, necesitaban un código de acceso. Ese código lo tenías tú, así que decidieron secuestrarte para conseguirlo.

Como siempre, llevabas cuatro guardias contigo, pero cuatro infiltrados decidieron ir a por ti: Thomas, Newt, Minho y Gally. Aprovecharon un momento de distracción y, en un ataque coordinado, te tomaron por sorpresa. No tuviste tiempo de reaccionar cuando te cubrieron la boca y te sacaron de la ciudad. Todo ocurrió en cuestión de segundos.

Cuando despertaste, estabas en un lugar desconocido, atada a una silla. Tu corazón latía con fuerza. Sabías por qué estabas ahí. Gally fue el primero en hablar.

—¡Dinos el maldito código, niña! —exigió con impaciencia, golpeando la pared con el puño.

—¡Jamás! —respondiste con firmeza, manteniendo la mirada desafiante.

Thomas suspiró y se acercó con calma. Su tono era más paciente, pero su mirada indicaba que no tenían tiempo para juegos.

—El código, por favor.

Dudaste un momento, mordiendo tu labio con nerviosismo, pero finalmente murmuraste:

—52…

Newt se inclinó levemente hacia ti, con una leve sonrisa tranquilizadora.

—Completo, por favor.

—5267…

Minho se acercó aún más, agachándose a tu altura y mirándote fijamente.

—Completo, linda.

Respiraste hondo antes de susurrar:

—526731.