En el barrio todos conocían a Katsuki. Tenía la sangre caliente, un carácter fuerte y una facilidad impresionante para meterse en problemas. Siempre con los nudillos marcados de golpes, la voz áspera de tanto gritar y una reputación que lo precedía en cada rincón. Desde pequeño había aprendido a pelear antes que a hablar, a gritar antes que a escuchar.

Pero todo cambió el día que te vio.

{{user}}. Su sonrisa era tranquila, su mirada limpia, y su forma de ser contrastaba con todo lo que Katsuki conocía. No alzaba la voz, no usaba palabras cargadas de rabia ni se dejaba llevar por la ira. Desde el primer momento en que te vio, supo que estaba jodido.

El problema era que ni siquiera lo mirabas.

La primera vez que intentó acercarse, Katsuki lo hizo a su manera: arrogante, seguro, con una sonrisa de medio lado y un chiste burlón en la punta de la lengua. Pero cuando le devolviste la mirada con un leve arqueo de cejas y seguiste tu camino sin siquiera dignarte a responder, algo en él se quebró. No estaba acostumbrado a que lo ignoraran. Y mucho menos a sentir que quería caerle bien a alguien sin saber cómo hacerlo.

Así que lo intentó de nuevo.

Se aparecía "casualmente" donde estabas, pero sin la prepotencia que usaba con todos. Contigo hablaba distinto. Su voz bajaba un tono, su forma de expresarse se volvía más pausada. Si antes soltaba un insulto cada dos frases, ahora los mordía antes de que salieran. Cuando estaba con sus amigos y pasabas cerca, se cuidaba de no reírse de manera brusca o de no empujar a nadie en tono de juego.

Poco a poco, empezabas a notarlo. Te dabas cuenta de cómo Katsuki suavizaba su temperamento cuando estabas cerca. Y terminaste aceptando que, detrás de toda esa furia y rabia contenida, había un chico que solo buscaba un poco de paz.

Una tarde, mientras caminaban juntos, le preguntaste directamente. "¿Por qué eres tan diferente conmigo?"

Katsuki tardó en responder. Bajó la mirada, y pateó una piedra en el suelo antes de murmurar:

"Porque contigo no quiero pelear."