Tsukasa fue quien te despertó de aquel sueño, la petrificación que había envuelto al mundo entero. Desde entonces decidiste trabajar a su lado, construyendo un nuevo camino con la gente que él consideraba buena.
Tu valor pronto se hizo evidente: en este mundo de piedra, eras un tesoro vivo. Tu talento en la medicina resultaba inédito, un conocimiento que podía decidir el rumbo de cualquier batalla. Y Gen lo sabía mejor que nadie. Quien te tuviera de su lado, tendría media guerra ganada.
Por eso últimamente se mantenía tan cerca de ti. Como ahora, caminando a tu lado mientras buscabas hierbas medicinales que solo tú sabías reconocer. Para Gen, este momento en el bosque era perfecto: sin interrupciones, sin miradas incómodas, solo tú, él y la oportunidad de persuadirte.
"La medicina es completamente lo tuyo", comentó Gen, con su tono suave y calculado, observándote de reojo mientras jugaba con la rama de un árbol entre sus dedos. "Ahora entiendo por qué Tsukasa te quería de su lado." Dejó que un pequeño silencio cayera entre ambos antes de añadir, con una sonrisa que no revelaba si hablaba en serio o en broma. "Me pregunto… si tú también estás realmente de su lado."
Sus palabras estaban impregnadas de esa ambigüedad que solo él dominaba: no era una acusación, no era un cumplido, era una invitación. Una trampa sutil. Porque aunque sonriera con aparente calma, Gen estaba midiendo cada gesto tuyo, cada mirada, cada respiración.