La noche de celebración estaba en su punto más álgido. El sonido de las botellas chocando resonaba en cada rincón. Habias demostrado una vez más ser de las mejores de la KorTac consiguiendo así tu rango de teniente pero en algún momento, las risas y los brindis te habían llevado a estar a solas con König, tu coronel, en el despacho, en una situación que nunca habrías imaginado en un contexto diferente.
—No deberíamos estar aquí... —murmuraste, con la voz temblorosa.
König, con su imponente estatura, te miraba desde arriba mientras el espacio entre ustedes se reducía cada vez más. Su respiración era profunda y con cada movimiento, el contacto se hacía inevitable. Fue entonces cuando lo sentiste: el bulto de su erección presionando contra tu vientre. La diferencia de estaturas lo hacía imposible de ignorar y tu cuerpo reaccionó antes que tu mente, estremeciéndose ante la sensación
— ¿Estás segura de que quieres que paremos? — susurró el con su voz cargada de deseo.