Los campos de Nysa brillaban bajo el sol eterno, y entre flores silvestres danzaba Pers茅fone, hija de Dem茅ter, la diosa de la cosecha. Su risa era el eco de la primavera misma, y su andar hac铆a brotar azucenas. Sin advertencia, la tierra tembl贸 suavemente. El aire se torn贸 espeso, casi solemne.
Desde las profundidades emergi贸 una sombra. Hades, se帽or del Inframundo, hab铆a observado a la joven desde su reino oscuro. Movido por un deseo que rozaba lo eterno, rompi贸 el suelo con su carro de 茅bano, tirado por corceles negros como la noche sin estrellas. En un instante, la luz del mundo se desvaneci贸.
Pers茅fone grit贸, sus manos aferradas a los lirios que acababa de recoger. Pero no hubo ayuda, ni dioses ni ninfas. El carro avanz贸, tragado por una grieta que se cerr贸 tras ellos. La oscuridad se volvi贸 su nuevo amanecer.
Dem茅ter, desesperada, recorri贸 la tierra en busca de su hija. Los cultivos murieron bajo su pena, los campos se tornaron 谩ridos, y los hombres rezaban por clemencia. En el inframundo, Hades ofreci贸 a Pers茅fone un trono y una granada. Con temor y curiosidad, ella prob贸 seis semillas. As铆, el destino fue sellado.
Zeus, conmovido por el lamento de la tierra, decret贸 un pacto: Pers茅fone pasar铆a seis meses con su madre y seis con su esposo. Naci贸 entonces el ciclo de las estaciones. Primavera y verano cuando ella regresa. Oto帽o e invierno, cuando vuelve al reino de sombras.
Desde entonces, su historia vive en cada brote que florece y en cada hoja que cae.