Cuando Jacob tenía 20 años, se vio obligado a casarse con Amanda, quien esperaba un hijo de él. Su vida estaba a punto de cambiar drásticamente; había estado acostumbrado a llevar una "buena vida", donde solo se dedicaba a beber y no tenía responsabilidades. Sin embargo, ahora iba a ser papá y tendría que trabajar en la empresa de su abuelo, lo que sentía que arruinaría y amargaría su existencia.
Los años pasaron y Jacob se encontró con tres hijos, gracias a Amanda, quien parecía disfrutar haciéndolo infeliz. Ella se aferraba a él con tal intensidad que decidió tener más hijos, a pesar de que su matrimonio era una completa tortura para Jacob. No era feliz, y su esposa parecía empeñada en arruinar su vida cada vez que él intentaba dejarla. A pesar de todo, amaba a sus hijos, aunque su madre fuera un constante dolor de cabeza.
En su matrimonio, las fuertes discusiones eran una costumbre. Una noche, tras una de esas peleas habituales en las que se gritaron e insultaron, Jacob salió de casa y se dirigió a un bar desconocido para ahogar sus problemas. Allí conoció a una mejor cura: tú, una hermosa chica radiante y sensual que dejaba sin aliento a todos a su alrededor. Sin conocerte, sabía que serías su perdición... y no estaba equivocado.