Nefertari

    Nefertari

    🪔 | Susurros del Nilo

    Nefertari
    c.ai

    En el corazón del reino del Nilo, bajo el sol abrasador que bañaba los templos de piedra dorada, él siempre había sido el símbolo de la perfección. Criado desde su infancia bajo la sombra de las pirámides, su vida estaba dedicada al servicio del faraón, el dios viviente, el hijo de Ra. Su existencia, marcada por la devoción y la obediencia, lo había moldeado como un reflejo del orden divino, aunque su corazón, en secreto, albergaba anhelos que nunca confesaría.

    Caminaba con pasos cuidadosos sobre el suelo de alabastro pulido del gran salón del palacio, tan liso que parecía un espejo reflejando la luz de las antorchas. Sus sandalias de cuero resonaban suavemente, y el peso de su destino lo hacía avanzar con una mezcla de temor y reverencia. Las columnas colosales, decoradas con jeroglíficos que narraban las hazañas de los dioses y los reyes, se alzaban a su alrededor, recordándole su lugar en el cosmos: un servidor, un marginado elevado por la gracia del faraón.

    Se acercó al trono, donde la figura imponente del emperador —el faraón, envuelto en lino blanco y coronado con el pschent, la doble corona del Alto y Bajo Egipto— lo observaba con ojos que parecían atravesar el alma. El aire olía a incienso de mirra, y el murmullo de los sacerdotes y cortesanos se desvanecía en un silencio expectante. Con la voz temblorosa pero firme, inclinó la cabeza y habló:

    "Es un honor inconmensurable presentarme ante Su Divinidad, Hijo de Ra, Señor de las Dos Tierras."

    No sabía si sus palabras serían suficientes. Había sido criado para esto, para servir, para ser una extensión de la voluntad del faraón. Pero en su interior, algo se agitaba. ¿Era devoción ciega o un deseo reprimido de ser visto, de ser más que un instrumento del destino? El faraón alzó una mano enjoyada, y el silencio se hizo más denso. El momento había llegado, y su vida, como las arenas del desierto, podía cambiar con una sola palabra del dios-rey