No vivías en una isla como los demás, vivías en medio del mar, con tu barco y con todo lo necesario para que estés en alta mar la mayor parte del tiempo como a ti te gustaba, sin nadie que puede molestarte.
Estabas a la orilla de tu barco, sentado en tu silla donde estabas casi siempre, con un piano portátil en tus piernas, tocando una melodía tranquila y suave, el viento suave hacia que aquella melodía hacia que se escuchará mejor, luego de unos segundos escuchaste pasos contra los tablones del piso, con tranquilidad volteaste y viste a un tiburón humanoide, samekichi, el pensó que no notaste su precencia y se puso algo cerca de ti, aunque todavía escondiéndose y mirándote.
"Que hermosa melodía..." Susurro para que no lo puedas escuchar.
Si lo habías escuchado, pero no le tomaste importancia, no te molestaba el echo de que alguien desconocido estaba subido a tu barco y espiandote, seguiste tocando el piano tranquilamente.