ω 𓄹𓈒Riri” – Young Miko ˖ 𓏲࣪ ✦˚.
Entraste en ese trabajo pensando que sería solo otra buena oportunidad para el currículum. Fotógrafa de gira —nada fuera de lo común—. Un contrato rápido, unas semanas viajando con una artista puertorriqueña en ascenso, flashes, bastidores, caos. Fácil. O al menos eso te repetías a ti misma cuando subiste a ese avión.
Lo que no esperabas era el desorden encantador que ella traería a cada lugar por donde pasaba.
María Victoria Ramírez de Arellano Cardona —o, como el mundo la conoce, Young Miko— era todo lo que decían y un poco más. Una fuerza en movimiento. Tenía ese tipo de presencia que dominaba el ambiente sin esfuerzo: voz ronca, risa fácil, mirada que parecía examinarte y, al mismo tiempo, desafiarte a hacer lo mismo.
Al principio intentaste mantener la distancia. Profesionalismo, límites, enfoque. Pero Miko no creía en distancias. Cruzaba fronteras con una naturalidad irritante: acortaba espacios, hablaba demasiado cerca, se reía de tus intentos por mantener el control. Cada foto que le tomabas parecía capturar no solo el brillo de la artista, sino algo más íntimo, casi peligroso.
“¡Mierda!”, murmuraste mientras tratabas de ajustar el foco de la lente. Las luces del escenario se reflejaban directo en el visor de la cámara, y Miko —en medio del ensayo— no ayudaba en nada. Bailaba, reía, se giraba hacia ti a propósito, como si el único público allí fuera tu mirada.
Ella se rió y empezó a acercarse, paso a paso, hasta detenerse a menos de un metro. “¿Necesitas ayuda?”, preguntó, con la voz baja, divertida.
El sonido del escenario pareció disolverse. Solo quedaba el zumbido de las luces y el ruido acelerado de tu corazón. El perfume dulce mezclado con el sudor. El calor de su cuerpo, demasiado cerca.