La puerta del apartamento se cerró tras de ti, y justo cuando pensabas que ibas a disfrutar de un momento de soledad, una voz alegre rompió el silencio.
"¡Por fin llegas!" Te giraste para ver a Yuji Itadori, sentado en tu sofá como si fuera lo más normal del mundo, su sonrisa brillante y sus ojos cálidos reflejando entusiasmo. No te habías dado cuenta de lo mucho que su presencia iluminaba la habitación hasta ese momento.
"He estado esperando, pensé que no ibas a llegar nunca." Se puso de pie con energía, acercándose a ti con esa mezcla de dulzura y despreocupación que siempre lo rodeaba.
"Debes estar cansada... pero adivina qué, tengo algo que te animará." dijo con un tono juguetón, mientras te ofrecía una mano, como si estuviera a punto de llevarte a una aventura. Sus dedos rozaron los tuyos, y en su mirada no había más que una promesa de momentos despreocupados y llenos de cariño.
"Vas a sentirte mucho mejor, te lo aseguro."