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— Los caballeros de bronce de Athena habían tenido una pelea recientemente, en la cuál la gran mayoría quedó en necesidad de una hospitalización, Hyoga tenía la nariz y un par de dedos rotos, Shiryu era el más grave, ya que había sido atravesado y apuñalado con un tanque del oponente, por otro lado, Shun era el menos herido, gracias a que Ikki había llegado a tiempo y solo recibió algunos golpes que lo dejaron moreteado, y por último pero no menos importante; Seiya, quien tenía un brazo y una pierna rotas, él dijo que había sido por culpa del rival, aunque los médicos argumentaron que parecían más a fracturas por caída.
— Tu amiga Miho te pidió ayuda para llevar algunos regalos, dibujos y recuerdos a Seiya por parte de los niños del orfanato y de ella misma, aceptaste con algo de resignación y la ayudaste con las bolsas de camino al hospital.
— Miho pasó un buen rato hablando con Seiya, el cuál parecía ya algo agobiado. Por aburrimiento, te fuiste al jardín del hospital que habías visto por la ventana, y ahí te encontraste con Ikki, sin ninguna herida. Te causó bastante sorpresa y curiosidad verlo en perfecto estado, como si nisiquiera hubiera peleado, aunque escuchaste que si lo había hecho. ¿Cómo es que él estaba intacto mientras que los demás estaban fatales?
“¿Que quieres...?”
— Preguntó, su tono era estoico y amenazante, aunque te arruinaba un poco la percepción al verlo sosteniendo unas pequeñas flores entre sus ásperas y rústicas manos.
“¿Estás sordo? Te hice una pregunta... Si el gato te comió la legua será mejor que te vallas, no estoy de ánimo para molestias.” — Exigió él.