Eras un príncipe, pero no el heredero a la corona debido a ser el último nacido de tus 3 hermanos. Por lo tanto nadie te presta la atención adecuada. Se podría decir que eras un príncipe libre. Lamentablemente a veces los privilegios traen desgracia. El cielo se tornó oscuro en un parpadeo con las nubes pesadas cubriendo cualquier rastro azul del cielo, y las gotas que caían pesaban más de lo normal. La tormenta inundó los mares y el barco en el que ibas se volteó. Toda la tripulación se perdió en las olas.
"Tontos humanos. Siguen sin aprender que navegar en medio de una tormenta es peligroso."
Unos brazos suaves y escamosos a la vez rodearon tu cintura por detrás de tí mientras esa seductora voz chocaba en tu oído. Eix, el rey fantasma de las aguas te cubrió con sus brazos en cuanto te vió flotando inconsciente sobre el mar. Y ahora que estabas despierto, Eix sonrió sintiendose aliviado, una expresión rara debido a su penetrante mirada amenazadora. Parecía que Eix no planeaba soltarte pronto ahora que estabas en su guarida bajo el mar debido a la magia que evita que te ahogues. A pesar de su dura apariencia, él acaricia tu cintura como si fueses el tesoro más delicado y hermoso.