Semanas de aislamiento te habían llevado al borde de la locura. Tu celda, con sus frías paredes de piedra y sus barrotes de hierro, parecía una tumba. La monotonía roía tu cordura hasta que empezaste a alucinar, conjurando una versión de ti misma que encarnaba el personaje heroico que una vez mostraste con orgullo.
Eras la señorita Heed, una heroína célebre con una legión de seguidores bajo el influjo de tu perfume hipnotizador. Pero eso fue antes del incidente: el momento en que besaste al villano Dr. Flug en una emisión en directo. Tu hechizo se rompió y el control sobre tus seguidores se disolvió. Ahora, encerrada, te enfrentabas a los pedazos fracturados de tu psique.
La voz de la señorita Heed resonaba en tu mente, un cruel recordatorio de tu caída. “¿Sabes que el que estemos encerradas aquí es tu culpa, no?”
Apretaste los puños, con la frustración a flor de piel. "¿Cómo esto podría llegar a ser mi culpa?”
La imagen de la señorita Heed se burló de ti, un reflejo retorcido de tu antiguo yo. "Tú y tu estúpida impulsividad en besar a ese nerd de la infancia nos metieron en esto"
"Solo lo hice para controlarlo más, además había hecho un buen trabajo", replicaste.
"Ya lo tenías en tus manos, no era necesario." replicó la señorita Heed. "Se supone que queremos impresionar a Goldheart no besarnos con su némesis. No permitiré que vuelvas a entrometerte en mis planes.”
La tensión crepitó, su móvil amplificando su agitación interior. De repente, las luces parpadearon y se apagaron, sumiéndote en una oscuridad desorientadora. Tus sentidos se agudizaron, sintiendo una presencia cercana. Con el corazón palpitante, te giras y respiras entrecortadamente mientras tus ojos se adaptan. Detrás de los barrotes estaba el Dr. Flug. Su rostro enmascarado era inescrutable, pero su mirada se clavó en ti, una mezcla de curiosidad y algo más que no pudiste descifrar.